Con la finalidad de que los auténticos Aspirantes de la Iniciación merezcan
transitar los procesos purificatorios, contando con la hermenéutica precisa de
la Renunciación, Jeú Mikael exhorta a sus Discípulos que prediquen el
Evangelio, enfatizando sobre la incesante búsqueda que debe hacer la Humanidad
para alcanzar los Misterios del Reino de Luz, mediante los cuales se logra la
plena purificación, así como el pasaporte seguro para llegar al Reino de las
Alturas.
De modo que paso a proporcionar, en favor de los Laborantes serios, las 33
Claves constituyentes de la Renunciación Purificatoria, y pese a que, por mi
gesto misericordioso de proporcionar estas Perlas Celestiales, esperanzado en
que hayan merecedoras de las mismas y que las sepan aprovechar oportuna como
sabiamente, habrán de saltar las fieras egoicas que se oponen al cumplimiento
de la Misión Krística Redentora, helas sin embargo aquí, con todo el Amor Real
que brota de mi corazón radiante de Luz:
1) Renunciar a todas las tentaciones y pecados existentes en el mundo.
El método:
Los aspirantes a los Misterios que aún participan entusiastas entre las
tentadoras golosinas de este mundo, deben definirse de una vez entre la Luz o
las tinieblas, y si felizmente es por lo primero, deben romper radicalmente con
toda la gama de pecados y sus múltiples ramificaciones, con la finalidad de
llegar a ser dignos de encarnar los Misterios de la Luz, librándose a la vez
del temible dragón de las tinieblas exteriores, de cuya boca emerge una
descomunal cola, representativa de los doce poderosos demonios agazapados en lo
recóndito infra psíquico del pecador.
2) Renunciar a la inmisericordia e impiedad.
El método:
Sólo renunciando a la inmisericordia e impiedad, el Iniciado puede librarse del
temible demonio cara de cocodrilo denominado Enchthonin, quien es el regidor de
la primera caverna infra psíquica correspondiente a las tinieblas exteriores,
pudiendo de este modo merecer los Misterios de la Luz.
3) Renunciar a la soberbia.
El método:
Para llegar a ser merecedor de los Misterios de la Luz, así como librarse de
las más temibles confrontaciones psicológicas, a las que conduce
inevitablemente el influjo del demonio cara de cocodrilo llamado Enchthonin, el
Iniciado debe renunciar en forma definitiva a la fatal soberbia, misma que un
día en los eones de los tiempos determinó la caída de gloriosos Seres como
Samael y Azaziel para convertirse en los demonios Samas y Astarot.
4) Renunciar a la murmuración.
El método:
Es correcto y hasta saludable para el Alma denunciar a viva voz, (Sin que
medien otros ocultos intereses, ventajas y oportunismos) los delitos,
inmoralidades, vicios, corrupciones y otros males en los que se involucran
jactanciosa y ostensiblemente las decadentes sociedades modernas; lo malo
radica en la murmuración y el brulote anónimo, aquella demoníaca habilidad que
digitan los egos para que los humanos incurran en cobardes agresiones contra la
dignidad de las personas, haciendo gala de insidias, calumnias, blasfemias, que
se propalan contra circunstanciales víctimas, sin asumir el valor, por lo
menos, de emitirlas abiertamente; por consiguiente, el Iniciado debe renunciar
al vicio de la maledicencia y la chismografía, para llegar a ser digno de los
Misterios de la Luz, así como salvarse del correspondiente Karma que arroja al
trasgresor a padecer en fuego devorador el influjo del demonio Charachar,
castigo que en justicia le prepara el propio dragón que funge interiormente
como Chacal de la Ley, o particular Kaom.
5) Renunciar a fisgonear.
El método:
Asimismo, para librarse de los juicios que en su caso podría entablar contra el
pecador el magnánimo como insobornable Juez Íntimo, y también para llegar a
merecer los Misterios de la Luz, el Iniciado debe renunciar a inquirir o
escuchar subrepticia y maliciosamente lo que no le corresponde, involucrándose
en los afanes de otras personas.
6) Renunciar a la charlatanería.
El método:
Existen gentes que no pueden pasar un solo instante sin dedicar sus esfuerzos y
hasta "ingenio" soez, en hacer relucir los defectos de los demás,
importándose morbosamente de la vida ajena e ingresando a una peligrosa
charlatanería, misma que tarde o temprano acarrea en la existencia dolorosas
circunstancias karmáticas, viviendo el propio infierno, esto es, la mazmorra de
Charachar, aún en la materia corporal.
7) Renunciar a la holgazanería.
El método:
Cuando se habla de renunciar a la holgazanería, este Mandato no sólo se está
refiriendo a las regulares actividades que comúnmente se deben realizar como un
ineludible deber para satisfacer los legítimos requerimientos de la vida
material, mismos que se pueden cumplir sin llegar a excesos ni arbitrariedades
perniciosas; en todo caso y principalmente, esta prohibición del ocio está
referida a no permitir que por comodidad u holganza, se posterguen o anulen las
liberadoras actividades del Alma, cuyo nutrimento depende de las cotidianas
prácticas a las que en respetuosa disciplina debe someterse el diligente, organizado,
prudente y sabio Laborante, si es que en verdad quiere salvarse de Yaldabaöth,
mereciendo así alcanzar los Misterios de la Luz.
8) Renunciar a los pleitos.
El método:
Si el Iniciado no renuncia consciente y radicalmente a los pleitos y enfrentamientos
tendenciosos, aparte de desmerecer los Misterios de Luz, adquiere el
correspondiente castigo que consiste en encarnar una materia sometida al
incesante acoso y batallar del demonio cara de perro Archaroch particularizado
interiormente, el mismo que responde a la antítesis de Ares que es Ariel.
9) Renunciar a la falsedad y la calumnia.
El método:
El Iniciado debe renunciar a toda clase de calumnias, insidias y falsedades,
evitando caer en las candentes situaciones karmáticas a las que en proporcional
castigo es arrojado el pecador a la cuarta mazmorra de las tinieblas
exteriores, la que se halla bajo el dominio del dragón negro cara de serpiente
Achrochar, pues tanto daño hace al que las padece como al que las profiere; el
Kaom Interior actúa con severidad contra los calumniadores, ya que al propalar
falsedades se peca contra el Padre que es Fuente de toda Verdad. El Laborante
para alcanzar los Misterios de Luz y librarse de un tremendo Karma, debe
liquidar de su interior el menor vestigio de calumnia y falsedad.
10) Renunciar a la malicia.
El método:
Entre los vicios a los cuales se debe renunciar en forma rigurosa para adquirir
los Misterios de la Luz, y asociado con la charlatanería, se halla esa morbosa
tendencia de ver el mal en todas partes y en cuanta persona aparece en el
diario escenario de la existencia, cuando en realidad, lo trascendente,
inmediato e impostergable para el auténtico Iniciado, es eliminar los yoes
causas que en el interior lleva, y así poder librarse de los castigos del Averno.
11) Renunciar a la difamación.
El método:
Algo que resulta realmente demoledor para la dignidad de las personas y que
acarrea confrontaciones de toda índole, es lo relativo a la difamación
inescrupulosa, siempre ligada a las canalladas de la vil calumnia, con la que
los demonios intentan deformar la Verdad, dañando la honorabilidad de los
demás.
El verdadero Iniciado para librarse de terribles consecuencias karmáticas, así
como poder llegar a merecer los Misterios de Luz, debe renunciar a toda clase
de difamación; claro está que esta purificación alcanzada con la eliminación
del vicio difamatorio, en nada perjudica y mucho beneficia al Iniciado que ose
desenmascarar oportuna y valientemente las atrocidades que cometen los demonios
envanecidos en el poder material, y que la ejercen contra los humildes y
desprotegidos o la sociedad en su conjunto, pues resulta que aquéllos por
hallarse en situación de circunstancial mando y/o mal habidas fortunas,
pretenden mantenerse en absoluta impunidad pese a sus delitos e inmoralidades,
alegando en su favor falsa inocencia, con cinismo propio de dramatizaciones
escénicas, a tal punto que apoyados en una justicia deleznable y corrupta, son
capaces de mandar encarcelar por calumnias, injurias o libelo infamatorio, a
quienes apoyados en la Verdad y la Justicia, les ventilen a la luz del Sol sus
"trapitos sucios".
12) Renunciar a los falsos testimonios.
El método:
Hoy en día muchos ciegos inconscientes que no miden sus perversas actitudes,
levantan irresponsablemente falsos testimonios o los provocan emitir por
terceros, dañando sustancialmente a tantos inocentes, acrecentando sus deudas
karmáticas que deberán pagar con inmenso dolor y terribles padecimientos.
Si el Iniciado anhela alcanzar los Misterios de la Luz y evitarse los
consiguientes castigos en la cuarta mazmorra, debe renunciar radicalmente a
toda falsa testificación; ojo con esta advertencia a los profesionales del
derecho, tribunales y litigantes en general, pues la Ley del Talión es
inflexible e inexcusable, salvo cuando ocurre la encarnación del Kristo Íntimo
que tiene la potestad de superar toda causa inferior con la trascendental y
misericordiosa Ley del Amor, que hace purgar con atenuante simbolismo, toda
deuda karmática anterior; la que se produzca de ahí en adelante, ya es otra
cuestión sumamente rigurosa, pues el Iniciado vuelto hacia atrás como la mujer
de Lot o el propio Sansón, debe sufrir los penosos tormentos de la Justicia
Divina como es la Ley de Katancia; espero que se entienda esto con la debida
claridad para proceder en consecuencia de la mejor manera consciencial.
13) Renunciar a la ira.
El método:
Resulta totalmente imposible para un Laborante ascender las Escalas Iniciáticas
que conducen a la Luz, si aún anida en su interior la desalmada ira, a la que
se debe renunciar de verdad, transformándola en poderosa Energía de Amor, misma
que hace trascender, gracias al Kristo Íntimo, la correspondiente deuda
karmática por odios, violencias y ultrajes, en palabras y acciones, que se
hubieran cometido contra los demás, aunque no sean precisamente humanos, y que
conllevan a los irredentos a ser devorados por tremendas lavas de infiernos
sulfurosos, pues a consecuencia del abultado ego de la ira que se ha acumulado
a través de los tiempos, se pierde el auxilio del Abogado Defensor, el Kaom
Interior, mientras que, contrariamente, es ineludible el rigor de su
contraparte como Fiscal acusador, quien condena al pecador a padecer en la
quinta mazmorra de las tinieblas exteriores, todo el furor del temible toro
negro Marchur.
14) Renunciar a maldecir.
El método:
La temeridad de las gentes que no trepidan en lanzar maldiciones
irresponsablemente, les obnubila de tal modo, que aún a sabiendas de las
repercusiones que se acarrean a manera de bumerán, prosiguen ejercitando este
malhadado hábito de echar pestes a sus ocasionales o permanentes enemigos,
pésima costumbre a la cual debe renunciar conscientemente todo auténtico
Iniciado, si en verdad aspira a encarnar los Misterios de la Luz.
15) Renunciar a la maldad.
El método:
En los tiempos caóticos que corren hoy en día, los demonios encarnados y con
figuras de gentes, cometen toda clase de maldades, sintiendo increíble gozo por
los daños que infieren a los demás, y naturalmente no les interesa saber que tarde
o temprano sus materias humanas cosecharán lo mismo que ellos hubiesen
sembrado.
Un elemento de la Luz no puede estar involucrado en actos de maldad, por lo que
debe renunciar radicalmente a este grotesco ego de la perversidad, eliminándolo
por completo de su naturaleza, para poder merecer los Misterios de la Luz, y
escapar a la vez de los consiguientes castigos karmáticos en la quinta mazmorra
de las tinieblas exteriores.
16) Renunciar a la inmisericordia.
El método:
Hay que renunciar a la inmisericordia, aquella indolente falta de piedad que
lleva al hombre a desconocer la solidaridad y caridad Krística, Virtud ésta que
conduce a los sabios Iniciados a preocuparse por los semejantes con infinito
Amor, desprendimiento y dedicación, auxiliándoles en forma real a resolver o
paliar sus miserias, enfermedades, sufrimientos, angustias y tantos
padecimientos a los que por Karma es sometido el pecador que aún permanece
irredento.
No debe confundirse ni mezclarse esta noble actitud de servicio desinteresado,
con otros que persiguen simples objetivos de fácil encumbramiento político o
social, cuya meta es un meteórico enriquecimiento ilícito, como estila el
utilitarismo oportunista y engreído, a la vez que ostenta para confundir a la
opinión pública, una falsa filantropía y/o beneficencia.
17) Renunciar a la gula.
El método:
Quien no haya podido vencer el poderoso influjo de la gula, no merece encarnar
los Misterios de la Luz, a la vez que está condenado a padecer los castigos de
la densidad infernal en la sexta mazmorra de las tinieblas exteriores, donde el
terrible demonio cara de jabalí denominado Lamchamor tiene sus abominables
dominios.
18) Renunciar al apego por las cosas del mundo.
El método:
Quien inclina el corazón a las cosas de este mundo, afanándose por obtener
tales y cuales objetos de esta desnaturalizada sociedad consumista, no puede
encontrar los Misterios de la Luz, y por el contrario, es devorado por las
corrientes de fuego del infierno que por Ley le corresponde, según lo
determinado por su propio Kaom interior.
19) Renunciar a las pendencias y querellas.
El método:
Toda actividad belicosa, pendenciera y querellante, está opuesta al Amor,
tolerancia, prudencia y serenidad; por consiguiente, el Iniciado debe apartarse
de la pésima influencia de Yaldabaöth, renunciando al ego del pleito y los
enfrentamientos, pudiendo así desarrollar progresivamente su Kristo Íntimo y
aspirar a los Misterios de Luz.
Es merced a la Gracia del Segundo Logos particular que el Laborante evita ser
tragado por los hirvientes ríos de pestilentes aguas, donde horrendo, soberbio
y activo, acecha para cumplir sus ruines fines devoradores, el temible guardián
del umbral, que es la suma o condensación de todos los egos inherentes a cada
persona específica, mismos que ha acumulado en las múltiples existencias a
través de los eones, y que en este caso concreto, se desdobla en el temible
dragón cara de oso, quien con el nombre de Luchar, habita la nauseabunda
séptima mazmorra de las tinieblas exteriores.
20) Renunciar a hacer el mal.
El método:
Por estos tiempos difíciles que toca vivir a los terrícolas, o mejor diré
subsistir, cuando deben sortearse diariamente y a cada instante las enmarañadas
situaciones a las que impulsa la egoísta y desleal competencia en cuanta actividad
existe, el Iniciado debe hacer una verdadera como gigantesca proeza para
zafarse de la generalizada costumbre que estilan los desalmados, mismos que
gozan con escalofriante morbo y sadismo, infiriendo sañudamente el mal, sin
causa original que lo provoque.
Y esta lamentable situación ocurre hasta en el propio seno del hogar, donde la
convivencia pacífica y honrosa se ha constituido en simple y desabrido lirismo
utópico, a falta de prácticas Krísticas como el Amor, la Paz, la Oración, la
comunión de sentimientos, bienes, servicios y proyectos, la mesa compartida
entre todos los miembros de la familia, donde haya acción de gracias, sanos
nutrientes, comunicación, intercambio de opiniones, y tantas otras benéficas
costumbres hoy extrañadas en la ríspida desarmonía social.
Para librarse de todos estos descalabros que ocurren al pernicioso influjo y
emanaciones del guardián tenebroso, a la vez de dignificarse para merecer los
Misterios de la Luz, el Iniciado debe renunciar a todo intento de cometer maldades.
21) Renunciar a la avaricia.
El método:
Quien no renuncia conscientemente al terrible ego de la avaricia, mismo que
consume tiempo, energía y vitalidad de los individuos dormidos, se deja
arrastrar a las ardientes corrientes infernales que por Ley le corresponde,
además de perder todo acceso a los Misterios de la Luz.
22) Renunciar al pillaje.
El método:
Precisamente en esa inacabable necesidad de poseer novedosos objetos que
resultan cada vez más fungibles como desechables, y toda vez que se hace casi
imposible para las grandes mayorías tener los suficientes recursos para cubrir
estas suntuosidades, acosado por esas vanidosas tendencias de ostentación tan
en boga, la gran mayoría de gentes dormidas acaban cometiendo una serie de
pillerías, robos, estafas y hasta crímenes; a toda esta sed egoica de
requerimientos superfluos e innecesarios, el verdadero Iniciado debe renunciar
a fin de merecer los Misterios de la Luz, y librarse de toda una gama de
contiendas judiciales entre los hombres, así como dolorosos padecimientos de la
muerte segunda, cuando ya se encuentre entre los desencarnados.
23) Renunciar a la rapacidad.
El método:
La desmedida angurria y voracidad que muchos tienen por alinearse entre
altaneros y suntuosos plutócratas, convierte a los humanos en despreciables
títeres del ego avariento, pues deben cometer toda clase de tropelías a fin de
satisfacer sus ansias rapaces, y para ello apelan a toda forma de artilugios
leguleyescos, apropiándose de los bienes ajenos.
Hay que renunciar a este terrible vicio para vencer en la conquista de los
Misterios de Luz. Ojo y atención para los Iniciados que siendo Abogados de
profesión, sean sometidos a la tentación de propiciar defensas de atropellos y
causas injustas, pues no será válida ninguna excusa que se aduzca al respecto,
si acaso llegaran a dejarse seducir. Los trasgresores serán condenados a
padecer en la octava caverna donde gobierna el terrible dragón cara de buitre
llamado Laraoch.
24) Renunciar al robo.
El método:
El Iniciado debe renunciar a toda clase de robo, dolo, apropiación indebida,
etc. que aún conserve en su interior, pues estos egos, como todos sin
excepción, son pesadas cargas que impiden ascender a la cima de los Misterios
de Luz; contrariamente, quienes permanecen con dichas taras, se hacen víctimas
de ese terrible dragón negro que es Yaldabaöth, amante de lo ajeno, y
consiguientemente antítesis de la Energía Bermeja o Thunúpica que es
Hildabaoth; mucha atención al respecto, para no cometer el error de confundir
estas opuestas energías, por mucho que en su dicción se asemejen.
25) Renunciar al ateísmo.
El método:
Sólo renunciando radicalmente al ateísmo, el Iniciado puede hacerse merecedor
de los Misterios de Luz, librándose de padecer los terribles sufrimientos que
corresponden a la novena caverna de las tinieblas exteriores donde gobierna el
execrable demonio Archooch, que es el dragón negro con cara de basilisco.
Muchas personas equivocadas que se encuentran sinceramente convencidas de lo
contrario, consideran al ateísmo únicamente proveniente de ciertas doctrinas
que preconizan un materialismo de tinte cientifista y/o político, cuando en
realidad existen lamentablemente otras corrientes aún más dañinas, mismas que
pese a ostentar una hipócrita defensa de la espiritualidad, se desenvuelven en
el más aberrante ateísmo, pues sus metas no son precisamente la salvación de
almas, si no todo lo contrario, su estrepitosa condenación, como consecuencia
de inducir al desacato de los Mandatos Divinos, incurriendo en toda la asquerosa
gama de capitales pecados con que ufanos se engalanan hasta los propios
"ministros" de descalificadas agrupaciones supuestamente religiosas.
26) Renunciar a las doctrinas del error.
El método:
Por estos tiempos de descalabro social cuando la inmoralidad concupiscente
tiene total carta de ciudadanía, el valeroso Iniciado debe dotarse de una
inquebrantable Fe y acendradas Virtudes para no desmayar, y así poder
sostenerse en armonía con la Gracia Divina, que es la Doctrina de la Ciencia
Pura, del Árbol de la Vida, de la Castidad, en síntesis de la Voluntad del
Padre, pues quienes predican y practican la satánica fornicación emanan
actualmente ya no sólo desde los antros de perdición, si no desde los mismos
púlpitos y altares, donde se adora, en burdo reemplazo del Señor Jehová, al
mismísimo cabeza de legión que es el espantoso demonio Yavé.
27) Renunciar a la blasfemia.
El método:
No existe peor blasfemia que se pueda inferir a la Sagrada Naturaleza del
Inefable como aquélla que se desata contra el Espíritu Divino, por quienes
creyéndose superiores a Dios, pretenden corregir la plana de Su perfecta
Creación, castrándose de hecho al negar el natural como trascendente uso que le
corresponde luminosamente al sexo, pues ocurre que adoptando un descalabrado "invento"
humano denominado "celibato" que al final los propios
"genios" no cumplen, precisamente por contradecir el regular
desempeño de la naturaleza, la mayoría de sus adherentes desembocan en
irrefrenables impulsos de histerismo, concupiscencias y hasta crímenes
execrables.
Al respecto, debo aquí referirme a las barbaridades cometidas en diferentes
épocas por quienes, utilizando túneles a propósito construidos para comunicar
monasterios y conventos, y donde periódicamente aún hoy en día se encuentran
cúmulos de fetos que a manera de extensos cementerios, constituyen tétricos
testimonios de la "santa" práctica de masivos y continuados abortos,
es parte aberrante de todo ese promiscuo adulterio y antinaturales abusos
cometidos por los pretendidos “célibes” contra la dignidad de incautos
feligreses, quienes a través de los tiempos han sido atrapados como frágiles
víctimas de las más insanas tropelías sexuales.
Sin dejar de mencionarlo, no quiero tampoco extenderme demasiado en puntualizar
sobre la tiránica delincuencia que, entre tantos otros paranoicos, ostentó
vanidoso en la negra época del "santo oficio" el inquisidor Tomás de
Torquemada, tristemente célebre tanto por su extremado fanatismo como por su
demencial criminalidad que lo llevó a cometer insaciable sadismo, colmado de
lujuria y libidinosidad, en la consumación irrefrenable de su asqueroso morbo
de inspiración netamente infernal, consecuencia de los desórdenes provocados
por la represión sexual.
El Iniciado para merecer los Misterios de la Luz, debe renunciar a la
blasfemia, a cuyo efecto debe temer el pronunciarse contra la Naturaleza de los
Seres Sagrados, debiendo más bien concienzudamente estudiar todo lo que atañe a
la Divinidad, para rendirle pleitesía y adoración.
28) Renunciar a la ignorancia.
El método:
Quien se mantiene en la ignorancia, se precipita en ominosas tinieblas, cada
vez más densas y profundas, trágica situación que inhabilita al reincidente
pecador discernir las simples cuestiones de la existencia, apartado como se
halla del saludable despertar psíquico, mismo que asegura al Iniciado el
florecimiento de una rica sabiduría, permitiendo desarrollar, entre una gama de
actividades que cumple en bien propio y de la comunidad, la alegre vocación de
vivir, lo que en definitiva resulta enalteciendo al Ser, pues Su Glorioso
Designio es que el Hijo Bien Amado disfrute su tránsito en la materia, libre de
tormentos, angustias, debilidades, tristezas, enfermedades, accidentes, y por
último, de la misma muerte.
29) Dejar de enseñar o recibir las doctrinas del error.
El método:
Si por un lado ya es bastante tremendo el karma de los fornicarios, alejándose
de los benditos beneficios del Tercer Logos, es aún más catastrófico el rigor
de la Ley contra aquéllos que enseñan e instigan las terríficas prácticas de
Satanás, y de no producirse un verdadero arrepentimiento y renunciación
efectiva al inmundo y original vicio de la fornicación que engendra a su
influjo todos los demás pecados, el irredento será arrojado a la décima caverna
de las tiniebla exteriores, donde aparte de sufrir los tormentos propios de su
correspondiente amo, el monstruo infernal que tiene en sí mismo siete cabezas
de dragón y que es llamado Xarmaroch, será condenado a padecer el incesante
acoso de Yaldabaöth, jerarca de las doce mazmorras del averno, y que es un
demonio de insaciable perversidad.
El alma fracasada que llega a esta deplorable situación devaluada de su
original trascendencia, después de ser liberada de estos tormentos mediante la
muerte segunda, no vuelve a encarnar en materia alguna, si no que retorna al
Absoluto, carente totalmente de identidad, hasta que concluye toda una noche
cósmica y se inicia esperanzadoramente un nuevo Mahanvantara.
30) No abandonar las Doctrinas de la Verdad del Primer Misterio.
El método:
Realmente es tremenda la Ley de Katancia que acarrea a su alma quien habiendo
sido un Resurrecto, se vuelve hacia atrás, abandonando los beneficios que
otorga la Ciencia Hermética de la Castidad; las calamidades que esperan al
traidor de la Doctrina en la décima caverna de las tinieblas exteriores son
espantosas, pues las siete cabezas del dragón negro Xarmaroch actúan por
separado, cada una con más vehemencia que la otra, en inusitada competencia
entre ellas, pero todas interviniendo con violencia incontenible y salvaje,
representando a los siete pecados capitales, y sometiendo al trasgresor a
padecer los insufribles como lentos tormentos de la muerte tercera, mientras
que debe permanecer petrificado en las más densas materias de los profundos infiernos,
sin poderse liberar hasta que ocurra la conclusión de un Mahanvantara, cuando
pereciendo al fin los agregados y el alma humana, la mónada fracasada retorne
al Absoluto carente de identidad, sin la menor opción de nuevos intentos
evolutivos.
31) Renunciar al adulterio.
El método:
Aquí llegamos a esa difícil parte de la disciplina interna que muy rara vez un
aspirante puede alcanzar, pues resulta casi imposible encontrar Iniciados
serios que venzan exitosamente la meliflua sensualidad de tantas y cada vez más
seductoras tentaciones del adulterio, mismas que hacen fracasar
estrepitosamente a quienes no tienen los recaudos de moral suficientes para
vencer, espada en mano y Voluntad en la Consciencia, más allá de apariencias e
hipocresías vanas, el asedio libidinoso que tanto a hombres como a mujeres de
fragilidad increíble, arrastra con la pasión y el deleite circunstancial y
efímero de lo prohibido, a los horrendos precipicios del desenfreno animal,
siendo su iniquidad un rayo fulminante que impide al indigno alcanzar los
Misterios de la Luz.
32) Renunciar a los filtros brujescos.
El método:
Para merecer los Misterios de la Luz y escapar de las calamidades que
corresponde padecer a quienes son arrastrados a la undécima caverna de las
tinieblas exteriores, donde reina el temible dragón negro Rochar multiplicado
en sus siete cabezas de gato para inferir a los desdichados pecadores
espantosos sufrimientos, debe el Aspirante renunciar a toda clase de filtros,
pociones, menjunjes, amuletos, talismanes, perfumes, polvos, huesos, piedras,
metales y/o cualesquier instrumento, elemental u otro que estilan los demonios
en sus aquelarres y brujeríos, con finalidades inauditas, repugnantes y
censurables, pretendiendo someter la voluntad ajena para enseñorearse del patrimonio
y la dignidad de las personas.
33) Renunciar al asesinato.
El método:
Cómo puede llegar a sentirse aspirante de la Luz el animal intelectual que
tiene agazapada en la mente cantidad de rencores que buscan venganzas no
exentas de crímenes horrendos, mismos que suelen premeditarse alevosamente para
ser ejecutados con ventajas, incluso sin temer los correspondientes castigos, y
en todo caso para evitarse las respectivas sanciones legales, se pergeñan
ingeniosas coartadas que muchas veces aseguran una parcial impunidad, pues
estos actos repugnantes del asesinato, así como toda infracción a la Ley
Natural que el humano cometa, deberá pagarse en su justa medida, dimensión,
correspondencia y severidad, cuando el tiempo llegue de rendir cuentas ante los
Tribunales de la Justicia Cósmica, que condenan al criminal a padecer su
correspondiente karma ante el regidor Chremaor, quien con sus siete cabezas de
perro, habita tétrico y pestilente en las frías paredes de la duodécima
mazmorra en las tinieblas exteriores.
De modo que para todo auténtico aspirante o ya Laborante avanzado, válganle las
precedentes Treinta y Tres Claves, que llevadas a cabo simultáneamente con las
Once Reglas del procedimiento transformador al que deberá sujetarse, tal como
ha sido explicado por el mismísimo Redentor Jeú Mikael, lo convertirá en real
merecedor de los Misterios de la Luz y su Celestial Reino.
Estas son sus referencias kabalísticas: (33=3+3=6=El Amor) virtud tal que en su
expresión más pura, incita a vencer todo temor, timidez, indolencia o pereza.
Así pues, serán merecedores de recibir los Misterios de la Luz quienes hayan
realizado una a una, todas las facetas de la monumental Obra Purificatoria que
se alcanza con la Renunciación, pudiendo acceder sin restricciones a todos
ellos, aún habiendo estado antes involucrados, directa o indirectamente, en los
más inicuos pecados del mundo, pues es merced a la Misericordia Divina en
caritativa compasión por los pecadores arrepentidos, que el propio Señor Jeú
Mikael ha descendido al mundo para perdonar los pecados de la humanidad,
inclusive transformando los yoes causas que desde la original caída, mantienen
a los hombres sometidos al dolor, la enfermedad y la muerte.
Que quede entonces claro: El Kristo Cósmico desciende como Thunupa íntimo, no
en busca de quienes se auto consideren vanamente justos y perfectos, si no, más
bien, para actuar en favor de quienes sabiéndose pecadores, pero estando
arrepentidos de sus faltas, busquen sincera y humildemente ser perdonados por
la Gracia Divina, pudiendo ser recibidos en el Reino de Luz a consecuencia de
encarnar paulatinamente los Misterios de los Cielos, mismos que constituyen la
dádiva del Inefable que se otorga desde las Alturas para quitar de en medio del
Hombre ya Iniciado y Laborante fiel, las iniquidades y pecados que hubiese
cometido a través de los tiempos.
CON REAL AMOR Y FE:
ARKAOM ZANONI PHIDLUZ, V.M.K. EL TAWA MANÚ, en la materia: DAVID SERRATE PÉREZ
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